La inspiraci�n de Miyazaki

Gran admirador de John Ford, Miyazaki rinde tributo a esta leyenda norteamericana con su creaci�n de la ciudad fronteriza de Tatara Ba o Ciudad de Hierro, que podr�a situarse en cualquier frontera, ya sea americana o japonesa. Una ciudad parecida a las de las pel�culas cl�sicas, como "My Darling Clementine" (La pasi�n de los fuertes). Tambi�n ha poblado la ciudad de personajes salidos de grupos marginados y minor�as oprimidas, algo que rara vez aparece en las pel�culas japonesas, y los ha convertido en seres ansiosos, ambiciosos y duros, seres que encarnan las cualidades m�s valoradas en la vida fronteriza, aunque resulten devastadoras para la naturaleza. Inspir�ndose en las tradiciones japonesas y en su f�rtil imaginaci�n, Miyazaki ha creado su propio olimpo de dioses y criaturas del bosque. Algunas, como el duende del bosque llamado Kodamas, se inspiran en los cuentos japoneses tradicionales. Otros salen directamente del mundo de la literatura, como es el caso de la Princesa Mononoke, una joven criada por los lobos, de educaci�n muy primitiva, cuyos antecedentes se remontan a fuentes occidentales, como la historia latina de R�mulo y Remo, "Kim" de Rudyard Kipling o "L'enfant sauvage" (El ni�o salvaje) de Fran�ois Truffaut. �La princesa Mononoke� es un personaje �nico, con afinidades tanto con los humanos como con los animales. Su destino es convertirse en el v�nculo que lograr� unir a esos dos mundos cada vez m�s distintos y alejados. En el cine, el mundo en estado natural ha tenido muy pocas veces la oportunidad de exponer su punto de vista. Pero en este filme, Miyazaki dota de una voz apasionada a los animales, y a la propia alma del bosque. La naturaleza no es s�lo un objeto de la pel�cula, ni siquiera el decorado principal, sino sobre todo un mundo vivo que cobra una presencia portentosa vida en forma de enormes animales. Miyazaki no se ha propuesto recrear un retrato excesivamente preciso del Jap�n medieval. Al contrario, quer�a describir los principios de un conflicto aparentemente insoluble entre el mundo natural y la civilizaci�n moderna e industrial, un conflicto que est� muy lejos de haberse acabado en nuestro mundo. A lo largo de la pel�cula, Miyazaki resiste la tentaci�n de crear los t�picos villanos, o unos h�roes perfectos. Para �l, los malos -los hombres que contaminan el ambiente- no lo son nunca tanto, m�s bien intentan sobrevivir en un mundo que les ha empujado hasta el l�mite. San y los dioses del bosque tampoco son totalmente generosos y nobles, y su larga e infructuosa batalla contra los humanos ha acabado endureciendo sus corazones, agudizando su c�lera y afectando la tradicional uni�n entre ellos. A pesar de todo, la interacci�n entre los dos mundos, conseguida con un tremendo esfuerzo, crea la sensaci�n de que algo m�gico ha ocurrido.





Miyazaki y su perspectiva del mito

Esta pel�cula tiene muy poco que ver con los habituales samurais, los nobles feudales y los campesinos que suelen aparecer en las pel�culas de �poca japonesas. Los pocos que aparecen aqu� lo hacen adem�s en papeles muy secundarios. Los grandes protagonistas de esta pel�cula son los violentos dioses del bosque y hombres que rara vez aparecen en el escenario de la Historia. Entre ellos est�n los miembros del clan Tatara, compuesto de fundidores de hierro, artesanos, campesinos, herreros, mineros, fabricantes de carb�n y conductores de caballos y bueyes. Suelen llevar armas y tienen sus propias asociaciones de trabajadores, sus gremios de artesanos. Los violentos dioses del bosque que se enfrentan a los humanos tienen la forma de lobos, jabal�es y osos. El Dios Ciervo en torno al cual gira la historia es una criatura imaginaria con un rostro humano, cuerpo de un animal y cuernos de madera.

El protagonista masculino es un descendiente de la tribu Emishi, que cay� derrotada ante los Yamato, dominadores de Jap�n y desaparecidos en tiempos antiguos. La chica se parece a una escultura de barro del periodo Jomon, la era pre-agr�cola japonesa, que dur� m�s o menos hasta el a�o 80 a.C.
El principal escenario de la historia es el profundo bosque de los dioses, en el que no pueden entrar los seres humanos, y las fraguas de fundici�n de hierro del clan Tatara, muy parecidas a una fortaleza. Los castillos, las ciudades y los pueblos arroceros constituyen el t�pico escenario de las pel�culas de �poca, pero aqu� s�lo configuran un fondo muy lejano. Lo que se ha intentado en cambio es recrear la atm�sfera de Jap�n en una �poca de bosques espesos, poblaci�n escasa, sin protecci�n contra el mar... una �poca en la que la naturaleza a�n era virgen, con sus monta�as lejanas, sus valles solitarios y limpios con los arroyos claros, los estrechos caminos de tierra, y una prodigiosa profusi�n de p�jaros, animales e insectos. Utilizamos estos decorados para evitar el convencionalismo, las ideas preconcebidas y los prejuicios de la t�pica pel�cula de �poca, as� como para sentirnos m�s libres a la hora de describir a nuestros personajes. Seg�n unos estudios de historia, antropolog�a y arqueolog�a realizados hace poco tiempo, Jap�n tiene una historia mucho m�s rica y diversa de la que se suele conocer. La pobreza de la imaginaci�n en nuestras pel�culas de �poca se debe en gran parte a la influencia de unos guiones plagados de t�picos.
El Jap�n de la era Muromachi (1392-1573), �poca en la que se desarrolla la historia, era un mundo dominado por el caos y los cambios bruscos.

La era anterior, la de los Nambokucho (1336-1392), estuvo marcada por la existencia de dos cortes imperiales que se disputaban la supremac�a. Era una �poca de acci�n, de bandidos, de nuevas formas de arte y de rebeld�a contra el orden establecido. Entonces se fund� el Jap�n que conocemos hoy en d�a. Era muy diferente de la era Sengoku (1482-1558), cuando los ej�rcitos profesionales dirig�an guerras organizadas, y de la era Kamakura (1185-1382), cuando los potentes samurais luchaban por dominar el pa�s.


"La princesa Mononoke� es un personaje �nico, con afinidades tanto con los humanos como con los animales"

Fue un periodo mucho m�s fluido, en el que no hab�a distinciones entre campesinos y samurais, en el que las mujeres gozaban de mayor libertad, como se puede ver en las shokuninzukushie, estampas que muestran a las mujeres de aquel entonces trabajando en algunos talleres. En aquella �poca, la frontera entre la vida y la muerte estaba mucho m�s clara. La gente viv�a, amaba, odiaba, trabajaba y mor�a sin el peso de la ambig�edad que notamos hoy en d�a. Eso es lo que me llev� a hacer esta pel�cula justo cuando nos adentramos en los a�os ca�ticos que preceden al siglo XXI. No es que intentamos solucionar los problemas del mundo con esta pel�cula. La guerra entre los violentos dioses del bosque y la humanidad no puede tener un final feliz. Pero incluso en un clima de odio y de masacres, la vida sigue mereciendo la pena. Siguen existiendo encuentros bonitos y sentimientos conmovedores.

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