El sistema nervioso de la NoosferaJavier CandeiraTenía que ser un Jesuíta quien lo viera tan claro. Teilhard de Chardin lo contó tal como lo veía: las ideas que hoy llamaríamos ‘memes’, los rumores, las modas, esos fragmentos de lo ideal que pueblan las mentes de todos, todos estos figmentos de nuestra imaginación son el producto de una mente global que Chardin llamó ‘Noosfera’. Jung ya había identificado los arquetipos que emergían de lo que el llamaba nuestro ‘inconsciente colectivo’, pero la mente global de Chardin es una mente consciente. La nooosfera es el conjunto de todos los humanos, pensando en común y comunicándose unos con otros. Es la mente colectiva de una capa de materia pensante (la humanidad) que envuelve el planeta del mismo modo en que lo hace su atmósfera o, más aún, igual que la materia gris del córtex recubre el cerebro. Nosotros, usted y yo, somos neuronas individuales de esa noosfera, comunicados por nuestra prótesis cibernética común: la internet.Es difícil reflexionar sobre internet y no pensar de algún modo en la relación entre las teorías de Teilhard de Chardin y la de MCLuhan. Chardin representó una gran influencia para el tío Marshall, quien tomó del pensador y teólogo jesuita la idea de que las modernas tecnologías de la comunicación (del ferrocarril al teléfono y del automóvil a la radiodifusión) extienden el alcance del individuo. Desnudos, tenemos un radio de alcance, oído, visión y desplazamiento que nos limitan a una serie de entornos locales concéntricos. Investidos de nuestra tecnología podemos actuar, oír, ver y desplazarnos a cualquier distancia, y sobre cualquier punto del planeta. Nuestro alcance tecnológico es realmente global.Las tecnologías de la comunicación también aumentan artificialmente nuestras facultades intelectuales. Ya Platón, en el Fedro, trata la escritura no como un sistema de comunicación, sino como un mecanismo de memoria externa, lo que el pensador Antonio Rodríguez de las Heras denomina ‘memoria exenta’. Los mecanismos de propaganda de masas, desde el púlpito medieval a la televisión de nuestros días, pasando por el cine, la radio y la prensa, han sido utilizados desde su creación para proyectar, moldear y unificar voluntades. No es una casualidad que la gran película de Leni Rifenstahl, hito de la propaganda Nazi, se llamara El triunfo de la voluntad.Los lectores más avezados se habrán dado cuenta de que he tocado dos de las tres potencias del alma según la teología tomista. Memoria y Voluntad. Falta una.La inteligencia. Internet es, en muchos casos, el hardware sobre el cual los humanos estamos desarrollando una inteligencia colectiva, si por inteligencia entendemos la capacidad de relacionar unos datos con otros para llegar a conclusiones, de discriminar entre conceptos u objetos aparentemente iguales, de elaborar teorías o modelos. Dos millones de personas saben mucho más de prácticamente cualquier tema que una sola y, coordinados, pueden llegar a pensar mejor. El problema es que a una persona se le puede interrogar y extraer de ella mucha información, conclusiones de razonamientos, intuiciones, datos, y de dos millones de personas extraemos más información y conclusiones, pero envueltas en mucha redundancia, otro tanto de contradicción y bastante ruido. La información está allí, y también el conocimiento y la experiencia, sólo que, por lo general, una persona se sabe coordinar ella sola, mientras que coordinar intelectualmente a dos millones de personas es como pastorear gatos: imposible.Hasta la llegada de la Internet. Internet nos permite un gran abanico de mecanismos de autoorganización intelectual, desde el ‘filtrado colaborativo’ que destilan buscadores como Google hasta la doble tarea de moderación y meta-moderación que ejercitan sobre la información los propios usuarios de sitios de noticias como Slashdot. Internet es nuestro sistema nervioso colectivo de orden superior. Mientras que los anteriores medios de comunicación de masas proponían una difusión “de uno a muchos”, Internet permite a cada persona comunicarse con todas las demás, es un sistema de comunicaciones “de muchos a muchos”. Esta interconexión más densa hace que el conjunto de todos los internautas sea más que la suma de sus partes. Gracias al sistema nervioso artificial que nos interconecta tenemos una mayor capacidad de proceso de información, no sólo cuantitativamente sino también en lo cualitativo. No sólo podemos hacer más, sino que podemos hacer algo diferente, quizá algo mejor.Teilhard de Chardin lo supo ver con claridad, pero quizá le faltara una palabra en su vocabulario. Chardin ya decía que la noosfera no es sólo el resultado de la evolución humana. También es el resultado de la evolución cultural y tecnológica que nos ha dado la internet, que él no llegó a ver, pero quizá pudo vislumbrar. Sólo le faltó darle un nombre a esa condición tecnológica:La noosfera es un ciborg.Durante el día, Javier Candeira es Director Creativo y co-fundador de interacTELE, empresa dedicada a la creación de formatos en Televisión Interactiva. También tiene mano en la administración de BarraPunto, el sitio de referencia sobre
noticias de Software Libre y Política Digital.
Por las noches, Candeira se pone el antifaz y la capa de articulista, y escribe sobre las relaciones entre la Tecnología, la Política, la Cultura, la Economía y el Arte para GEO, el Diario del Navegante (brazo online de El Mundo) y la Revista de Occidente, entre otros medios.