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El Depredador CAP═TULO XII El ojo crφtico menos cualificado de la ciudad ![]() |
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Madrid, 22 de enero del 97. De vuelta en Madrid, mi ciudad. Donde realmente estoy agusto. Donde se me quiere y respeta y donde tengo todas las posibilidades de realizaci≤n. El fin de a±o pas≤ y la normalidad se hace due±a de la situaci≤n. La oficina, los amigos, la familia etcàParece que nada ha cambiado. Cuando entrΘ en casa la casera me coment≤ que alguien habφa estado preguntando por mφ. |
La casera: íHola Arturo! ┐QuΘ tal ese fin de a±o esquiando. Supongo que de maravilla, ┐no? Por aquφ todo bien, ya sabes, tranquilo. Ha estado preguntando por usted varias veces un se±or. Yo no le he dicho ni donde estabas ni cuando vendrφas. Ya sabes que aquφ se respeta mucho la confidencialidad de los huΘspedes... |
O no supo indagar bien o quien me buscaba no querφa soltar prenda. Bueno, no tengo tiempo para estar comiΘndome la cabeza con esto. Cuando miro alrededor veo el contestador y tengo 17 mensajes. Ahora no me apetece escucharlos y me dispongo a tomar un ba±o. Suena el telΘfono y dudo si descolgar o no; muy bueno tiene que ser el plan para que esta noche salga. Al fin descuelgo y no reconozco la voz. Es de hombre y dice que me conoce pero que no puede decirme quiΘn es, que prefiere darme una sorpresa. No estoy para co±as, contesto. Diez minutos son suficientes para intentar saber su identidad. Cuelgo y desconecto el telΘfono; tengo la sensaci≤n de que me la estßn jugando. |
El hombre de la llamada: ┐Es usted Arturo Serrano? Te llamo porque necesito hablar de algo importante. No, no es algo que se deba hablar por telΘfono, ademßs, quiero darte una sorpresa... |
Un ba±o de placer de mßs o menos hora y media y mi cabeza se recupera. Es asombroso el poder de recuperaci≤n que tengo. Ahora lo que me apetece es llamar a Alvarito y salir a recorrer la noche como de costumbre. No estß. A joderse. En la nevera no hay casi nada y no tengo mßs remedio que bajar a tomar algo. En quΘ hora. Descubro quien es el que habφa estado preguntando por mφ a la casera y se habφa puesto pesadito con la llamada telef≤nica. Me lo encuentro en la calle cuando se dirigφa a hacerme una visita. Es un hombre de unos cincuenta y cinco que me obliga a subir de nuevo a casa y me hace sentar justo en frente de Θl. Su semblante es serio. Demasiado, pienso. Cuando comienza a hablar se me cae el mundo encima. |
El hombre: Ahora vas a subir a tu casita conmigo, guapito de cara, y vamos a tener tu y yo una charlita muy enriquecedora. Ya verßs....... |
íEs el padre de Irene! Una tonta que conocφ una noche y me estuve tirando una temporada. Nada serio, quedßbamos esporadicamente, casi siempre coincidiendo con que yo no tenφa ning·n plan mßs apetitoso. íJoder quΘ marr≤n! Argumenta que su hija estß embarazada y que dice que yo soy el padre. ┐De quΘ va esa tia? Yo siempre tomo precauciones; el sida estß a la vuelta de la esquina. Esto no me puede estar pasando a mi. No me lo puedo creer. Dice que estß todo preparado para ir con su hija a hacer una prueba de paternidad y que si soy el padre no tendrΘ mßs remedio que casarme con ella, a no ser que quiera saber a quΘ sabe el ca±≤n de su escopeta. El tio habla en serio. Por momentos tengo miedo, y eso que creφa que esa palabra no estaba incluida en mi diccionario. |
Yo: Usted no se preocupe por nada que yo soy todo un caballero y siempre he hecho frente a mis responsabilidades de una forma muy seria... |
Salir de casa, recoger a la ni±ita, madre, hermanos y abuelos fue toda una experiencia. Habφa momentos en los que pensaba que era una mala pesadilla y que mi despertador me darφa la alegrφa de sacarme de todo aquello. Para nada. Era muy cierto y tenφa la sensaci≤n de que me estaba metiendo en el lφo de mi vida. Hospital, pruebas de paternidad, charlas con el mΘdico y a esperar. En dos dφas tendrφa la soluci≤n. No puedo contar c≤mo fueron esos dos dφas. Aterradores. S≤lo el mero pensamiento de pasar el resto de mi vida con semejante paleta y con esa familia que daba pena mirarla incluso por la espalda me hacφa estremecer. No me fue nada fßcil disimular en la oficina ni en casa de papß lo que estaba pasando en mi interior. He sido un autΘntico aut≤mata en manos de esa gentuza que querφan engancharme a toda costa. Y es que mi dinero vale mucho. Hay que tener un cuidado tremendo con la chusma que hay en este mundo. Todas van a por lo mismo. |
Pensamientos personales: En buen lio me he metido. Esto no hay un Dios que lo arregle. Pero si esa tia era del Opus por lo menos. íJoder, joder! Es que soy imbΘcil. Pero quiΘn co±o iba a pensar que esa virgencilla se iba a quedar embarazada... |
Por suerte lleguΘ antes que ellos al hospital. El mΘdico que me habφa hecho las pruebas me hizo pasar a su despacho y, confundido de Θl, me dio la enhorabuena. ┐C≤mo dice? ContestΘ. El se qued≤ asombrado y no tuve mßs remedio que contarle la verdad. Alucin≤ un poco pero pronto nos entendimos. Je, je. El dinero lo arregla todo. Un gran tipo este doctor. Doctor en medicina y tambiΘn en negocios, porque me sac≤ casi cinco millones de pesetas por arreglar los papeles de paternidad y deshacerme de esa familia monster de una vez por todas. |
El mΘdico: Usted, se±or Serrano, que es todo un caballero, como yo, se darß cuenta de que un arreglo de este tipo no se puede apa±ar con cuatro perras.... |
La gente inteligente se entiende en todos los campos. |
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