El Depredador CAP═TULO VII
El ojo crφtico menos cualificado de la ciudad


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PorCarlos Atienza

Madrid, 18 de diciembre del 96.

Me paro un segundo. Voy de camino al trabajo. Pienso. ┐QuΘ te estß sucediendo, Arturo? Recapacito y aunque lo entiendo y me parece incluso l≤gico, no tengo por menos que dar gracias a Dios. El trabajo, perfecto. La familia, contenta a mßs no poder. Los amigos, alucinando con mi progresi≤n. Todo el mundo dirφa que quΘ mßs se puede pedir. ┐QuΘ mßs se puede pedir? Joderà Acabo de pasar la noche con la mujer de los sue±os de toda la humanidad, (me doy cuenta de que me estß temblando la mano ahora que intento plasmar lo sucedido en este diario mφo testigo de mi vivir). Soy afortunado y por primera vez en la vida tengo la cobardφa de reconocerlo. Seguro estoy de que habrß alg·n cretino que no sea capaz de descifrar por quΘ es de cobardes y no de valientes reconocerse afortunado.

Salφ de la oficina a eso de las ocho y media. Me dirigφa a casa de Nacho para asistir a una cena cuando, avatares de la vida, vi en un escaparate un abrigo que supuse me sentarφa mejor a mφ que al maniquφ. Cuando entrΘ en la tienda con intenci≤n de comprarlo contemplΘ algo que me pareci≤ divino mßs que humano. La perfecci≤n de entre las perfecciones, la excelencia de entre las excelencias, el primor de entre los primores, (espontßneamente mi lenguaje se torna barroco al recordarla). Jamßs habφa imaginado que pudiera existir tal mujer y, como por arte de magia, con un estilo extraordinario, una elegancia asombrosa y una grandiosa seguridad en sφ misma, me mir≤ de cabo a rabo y me dijo: "┐tienes fuego?" Y a mφ, imbΘcil de mφ, se me habφa olvidado el mechero en la oficina. Con un increφble alarde de reflejos le dije: "no te preocupes mu±eca que eso te lo consigo yo por la gloria de mi madre", y ante su carcajada propuse un IrlandΘs en un pub de esos que conozco yo que quitan el hipo a las damas de nivel.

Una vez allφ, y tras haber llamado a Nacho para avisar de que no serφa yo quien soy si dejase escapar una oportunidad como Θsta por una cenita de poca monta, iniciamos una conversaci≤n que nos llev≤ a compenetrarnos tanto que al poco tiempo, y no miento si afirmo que no sΘ si fui yo o ella quien lo propuso, decidimos concluirla en mi casa.

Nacho: Acaba de llamar Arturo diciendo que le era imposible venir a cenar, que si estß teniendo problemas en la oficina y que supone que estarß trabajando hasta las tantas....
Acojonante, (No suelo manchar mis escritos con palabras de baja ralea pero ahora necesito algo realmente descriptivo). Iniciamos la velada con unos excelente foie de oca, que guardo s≤lo para las grandes ocasiones, acompa±ados de Extra Brut Mas Tinell Gran Reserva 91, para seguir con carne frφa y finalizar con tiramis·. La hora del cafΘ fue un constante acercamiento de posturas en el que resultaba imposible disimular la atracci≤n que ambos sentφamos. Cuando nos fuimos a la cama lo hicimos de una forma tan natural que asustaba.

DespuΘs de una noche imborrable de mi memoria, aunque sΘ que serßn muchas mßs las que vengan, nos levantamos y fuimos juntos a tomar un ba±o. El desayuno fue apote≤sico y la despedida con un perfecto equilibrio entre tristeza y alegrφa. Quedamos para vernos en una semana en el mismo sitio y a la misma hora en la que nos encontramos.

La chica: Ayer me sali≤ todo redondo. Conocφ al tφpico chuleta con pelas fßcilmente impresionable y me lo camelΘ para que me llevase a su casa. Te podrßs imaginar que nuestros problemas econ≤micos han desaparecido por una buena temporada....