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El Depredador CAP═TULO VI El ojo crφtico menos cualificado de la ciudad ![]() |
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Madrid, 11 de diciembre del 96. Cuando lleguΘ a la finca y comentΘ lo sucedido a mis padres parecφa como si en alg·n momento hubiesen dudado de mi capacidad para conseguir el puesto. La alegrφa les desbordaba y por supuesto aprovechΘ la tesitura para sugerirle a mi padre la conveniencia de un nuevo coche que me transportase al despacho de una forma mßs aparente, mßs en corcondancia con mis nuevas responsabilidades. Sin apenas darle tiempo a dudarlo deslicΘ esas palabras que llenan de orgullo a quienes a parte de pronunciarlas tienen el privilegio de vivirlas. BMW M3. |
Mi padre: Todavφa no salgo de mi asombro, Cecilia. Este hijo nuestro es de las pocas personas que aun pueden sorprenderme. La verdad es que no hubiera dado por Θl, conociΘndole, ni un duro a la hora de conseguir el trabajo.... |
En mi casa las cosas se toman de un modo diferente y saben recompensar a quien realmente lo merece, de ahφ que tras hacerse (mi padre) un poco el loco y juguetear algo al rat≤n y el gato, accediese sin titubeos a devolverme absolutamente todos los derechos perdidos durante el periodo anterior a la prueba de ingreso a Natis Internacional. Prueba de la que estoy y siempre estarΘ tremendamente satisfecho porque no s≤lo signific≤ mi entrada en el mundo laboral por la puerta grande, sino que ademßs puso de manifiesto mi alto grado de conocimiento de la actitud humana. Y digo todo esto porque no puedo quitarme de la cabeza a todos aquellos aspirantes, equivocados aspirantes, que no hicieron mßs que estudiar y estudiar sin caer en la cuenta de que cuando la situaci≤n es de autΘntica alta tensi≤n los esfuerzos personales han de ir encaminados en otra direcci≤n, radicalmente opuesta a la que ellos eligieron, que no es otra que la que yo elegφ: estar mentalmente un punto por encima del resto y apoyar toda la seguridad personal en un apropiado atuendo. Sin todavφa haber dejado de ser el centro de atenci≤n de mi familia y amistades me encontrΘ sentado en un impresionante despacho en el que a parte de mφ, tambiΘn se encontraba una no menos impresionante belleza de casi dos metros de altura. Mi secretaria, l≤gicamente. |
Mi secretaria: Ayer conocφ a mi nuevo jefe y la primera impresi≤n que me dio es que se trataba de un vago soberano. Lleg≤ a la oficina a eso de las diez y su primera orden fue que no le pasase llamadas. Luego me hizo entrar y le encontrΘ jugando al ajedrez en el ordenador.... |
Que lo primero que hizo tras presentarse educadamente fue indicarme la localizaci≤n de la sala de juntas donde se realizarφa mi primera reuni≤n de trabajo. Reuni≤n que al principio no dej≤ de ser cuando menos interesante a tenor de lo dicho por el presidente Don Luis mientras se referφa a las expectativas que la empresa tenφa depositadas en mφ, pero que se torn≤ en un autΘntico co±azo cuando un tal Miguel comenz≤ a escupir unas palabrejas que pretendφan explicar los objetivos de la compa±φa a corto plazo. Tras un par de horas de bostezos y constantes miraditas de reojo al reloj y a tres compa±eras de trabajo que si mal no recuerdo se hacφan llamar Viridiana, Amatista y Airφn, lleg≤ la hora de decir basta y con un estilo extraordinario me levantΘ y dije que si me perdonaban, y sintiendo mucho no poder asistir mßs a tan elevado discurso me dispuse a marcharme argumentando una importante comida de negocios que sin duda redundarφa en beneficio de la empresa. En un refinado restaurante de la zona centro de Madrid me esperaba Natalia que, dicho sea de paso, iba enfundada en un vestido elegante a mßs no poder, lo que me llev≤ a recordar los primeros meses de nuestra hoy en dφa terminada relaci≤n, cuando sin un atisbo de duda puedo afirmar que Θramos una de las parejas mßs de moda de la ciudad, siempre en boca de todos debido a nuestra exquisita clase y saber estar, llegando a parecernos incluso a aquellos personajes principales de los cuentos de hadas que eran la envidia de las parejas dominadas por la mediocridad. Pero bueno, el caso es que no tenφa ni idea de para quΘ me habφa citado mi querida amiga y estaba algo excitado, si he de ser sincero, ante la posibilidad de que una persona tan frφa y poco dada a dar su brazo a torcer como ella reconociese finalmente sus errores e intentase lo que desde hacφa mucho tiempo seguro le rondaba por la cabeza, que no podrφa ser otra cosa que intentar una reconciliaci≤n conmigo, a lo que yo no tenφa del todo claro cual serφa mi respuesta. Pero la verdad es que creo que los nervios le traicionaron y tras menos de diez minutos sentados me pidi≤ disculpas y me cont≤ no se quΘ historias de una enfermedad de una amiga suya y se fue casi sin darme tiempo a concretar una nueva cita, a lo que respondi≤ que seguramente sφ, como si yo no supiera que realmente lo estaba deseando. No estaba yo para comeduras de tarro y me obsequiΘ con un autΘntico festφn en solitario. |
Natalia: No he podido soportarlo. Diez minutos han sido suficientes como para estar hasta el mo±o de Θl e inventar una pΘsima excusa para largarme íY yo que iba a felicitarle por la obtenci≤n del puesto en Natis Internacional!.... |
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