El Depredador CAP═TULO 5
El ojo crφtico menos cualificado de la ciudad


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Por Carlos Atienza

Madrid, 4 de diciembre del 96.

No lleguΘ a casa muy contento que digamos. DespuΘs
de la movidita del fin de semana pasado creφ que tras la tempestad vendrφa la calma y con ella las buenas sensacio-
nes. Nada mßs lejos de la realidad. Mi padre me cit≤ en la finca para -seg·n sus propias palabras-, tener una reuni≤n de urgencia.

Cuando en mi casa se habla de reuniones de urgencia es que el recorte presupuestario estß al caer. En efecto. Concluy≤ la sesi≤n con una palmadita en la espalda (sabe que las odio. Es lo que yo suelo hacer a la gente que desprecio), y un "asφ que ya sabes, ni un duro hasta que no te vea con el contrato bajo el brazo".

Mi padre: Arturo eres mi hijo y siempre querrΘ lo mejor para ti. Y he llegado a la conclusi≤n de que lo mejor serß que te corte el grifo econ≤mico. He estado hablando con Luis Ortega y me ha contado c≤mo serß la prueba de ingreso a Natis. No es lo que yo pensaba hijo mio. Casi no vale de nada que le conozca....
Con estas premisas cualquiera se hubiera derrumbado. Cualquiera que careciese de la entereza de la que yo hago gala y que me estimula a seguir luchando en las situaciones mßs adversas. En vez de venirme abajo y acceder con las orejas gachas a las peticiones de mi padre me puse manos a la obra. Soy un tφo hecho y derecho y siempre me he dejado llevar por mis instintos, por lo que esta vez no iba a ser diferente.

En una semana tendrφa la prueba de ingreso a Natis Internacional. No era una prueba normal sino un autΘntico examen a mis cualidades como persona. Mi padre me habφa soltado un rollo tremendo sobre las dificultades que entra±aba la empresa, sobre que ni el mejor de los enchufes serφa suficiente como para asegurarme el puesto. No se quΘ le habrφa dicho Luis Ortega pero estaba pesadφsimo recomendßndome cursillos de informßtica y contabilidad. Creo que en el fondo no se daba cuenta de que cuando se tienen treinta a±os el mejor cursillo es el cultivo del pensamiento.

Luis Ortega: Es el momento de hablar claro, Sebastißn. Te voy a ser sincero con lo del ingreso y despuΘs podrßs hacer lo que quieras, pero nunca pienses que dejΘ de hacer lo que pude por tu hijo....
La gente de mi posici≤n sabe que hoy en dφa la presencia es mßs del noventa por ciento de la persona, por lo que lo primero que harφa serφa renovar mi vestuario. IniciΘ un nuevo dφa con la ·nica preocupaci≤n de saber d≤nde comprarφa mi nuevo traje; el traje que me representara el dφa de la prueba. Finalmente me decidφ por Armani. En el fondo soy un clßsico. TardΘ tan solo tres horas en quedar satisfecho y a la hora de pagar pude comprobar que el viejo aun no habφa dado de baja la American Express. Era todo lo que necesitaba y no creφa que mi padre pusiese pegas si finalmente conseguφa el preciado contrato.

Los dφas anteriores a la gran prueba fueron tranquilos. No quise que nada perturbase mi concentraci≤n y con la ·nica persona con la que tuve roce fue con la casera. Le comentΘ de pasada el gran reto al que me enfrentaba y creo que la sorprendφ en demasφa. No estß acostumbrada a codearse con gente de nivel y pienso que disfruta y aprende de mφ. En ocasiones me siento como si fuera su hermano mayor. Ese hermano que nunca tuvo y siempre quiso tener. He de tener cuidado con estas cosas porque la distancia entre el cari±o y el amor es muy peque±a y esto se puede volver contra mφ.

La casera: Ayer me coment≤ el inquilino del quinto que esta serφa una semana decisiva en su futuro profesional. Lo de este chico cada vez me sorprende menos. Piensa que lo mßs importante para una entrevista de trabajo es la presencia....
Martes. Tres de diciembre. El dφa se±alado. LleguΘ a Natis tranquilo y sereno. Confiado. Sabφa que eran muchos los que se presentaban pero muy pocos los que realmente me pondrφan en dificultades. Fui un momento a saludar a Luis Ortega como me habφa pedido mi padre y observΘ que la secretaria estaba ausente. Decidφ entrar sin llamar para ver c≤mo reaccionaba Don Luis y le encontrΘ besßndose con una mujer que supuse serφa la suya. Como me di cuenta de que el jefe me habφa visto di media vuelta y me fui a preguntar d≤nde se realizaban las pruebas de ingreso. Era la hora.
Luis Ortega: Esto es acojonante, Raquel. Cuando ya lo tenφa todo atado y bien atado aparece ese mamarracho y nos sorprende besßndonos en el despacho. Lo siento querida. De veras que lo siento. Ahora no tendrΘ mßs remedio que recomendarle deprisa y corriendo para que sea Θl quien salga elegido....

La secretaria: íQuΘ fatalidad!íquΘ desgracia!íquΘ mala suerte!┐Serß posible que haya entrado a tu despacho sin llamar?┐A quiΘn se le ocurre? Esto s≤lo me puede pasar a mφ. De verdad te digo Luis que esto lo tienes que arreglar....

Ante la atentφsima mirada del se±or Ortega contestΘ como pude a las preguntas te≤ricas. Verdaderamente difφciles. Luego tuve una charla con mßs de veinte caballeros aparentes que no pararon de hacerme preguntas un tanto extra±as, y finalmente, tras cuatro horas de intensa actividad, lleg≤ el resultado final.

"Lo sabφa"; logicamente fue lo primero que se me ocurri≤ decir cuando mis amigos me dieron la enhorabuena. Y es que ya decφa yo que la presencia y las buenas formas son la clave del Θxito. La elegancia, la ret≤rica, el estilo....

Mis amigos: Parece mentira que Arturo haya conseguido el puesto. No alcanzo a comprender los tejemanejes que habrß tenido que hacer su padre para que se lo den....