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El Depredador El ojo crφtico menos cualificado de la ciudad | Capφtulos Anteriores |
Por
Carlos Atienza Madrid, 27 de noviembre del 96. Tras la fiestecita del quinto aniversario del Palacio de Gaviria y despuΘs de llegar un tanto grogy a mi casa, debido sin duda al garraf≤n que seguro me metieron (si no no se explica c≤mo un tipo de los que aguantan de verdad como yo pudo aparecer en casa en unas condiciones tan miserables, a tenor de lo dicho por la casera, |
decidφ que serφa hora de tomarse unos cuantos dφas de descanso. Equivocado de mφ, puesto que a las pocas horas de haberme levantado el jueves, digamos que a eso de las siete de la tarde, recibφ un e-mail de mi amigo Nacho en el que me decφa que el viernes inauguraban un garito en una zona guapa de Madrid.
Hay un cierto tipo de gente en este mundo al que no le queda mßs remedio que estar constantemente en la brecha; en la cumbre. Y yo creo que he sido elegido para estos menesteres. Siempre he tenido la sensaci≤n de que algo faltaba en la noche madrile±a cuando no eran frecuentes mis apariciones. Lo noto en la cara de la gente. Es como
La noche del jueves tuve que ir a cenar con mis padres |
Se estß dejando comer la cabeza y el terreno por ese Luis Ortega de Natis Internacional. La verdad es que ya tengo ganas de empezar a trabajar y ver de quΘ va todo aquello, de comprobar si son ciertas esas mamoneces de que es un puesto de mucha responsabilidad para el que hay que estar muy capacitado y de comprobar, in situ, si verdaderamente hay alguien que me supere en competencia.
Una vez hechas las cuatro cosillas que habφa dejado pendientes para la ma±ana del viernes me fui a comer |
Pude comprobar que un feroz escalofrφo recorrφa mi cuerpo. DisimulΘ aun estando seguro de que parte de su alucinamiento se debφa a mi atuendo; realmente fascinante, compuesto por zapatos, pantal≤n, chaquΘ y abrigo al mßs puro estilo italiano; como mandan los cßnones. Lo que no pude entender es por quΘ la mayorφa de la gente vestφa tan ramplonamente, como si la inauguraci≤n de un bar de copas no mereciese las galas apropiadas.
Tras varios tragos de calentamiento fui al ba±o a chequear mi persona ante el espejo. No sΘ exactamente a quΘ se debi≤ pero repentinamente me encontrΘ tumbado en el suelo boca abajo, con la consiguiente pΘrdida de frescura y limpieza en mi look, por lo que rapidamente me encaminΘ a buscar a mis amigos con la mala fortuna de
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