| Por: Jorge Mauricio Téllez (REDACTOR DE EL
ESPECTADOR)
Cuando María Isabel Patiño se monta en su caballo repite lo que
hace todos los días desde su oficina de Asocolflores: se apodera
de las riendas, domina el terreno y lidera las cabalgatas.
Sus cualidades de buen jinete las demostró en los últimos
encuentros con autoridades norteamericanas, en los que aglutinó
las voces de gremios y empresarios colombianos para proponer
una nueva manera de ensillar la bestia del intercambio
comercial.
-Ellos están evaluando si nos repiten la descertificación -dice
mientras acomoda los herrajes de su caballo-. Lo que tenemos
que hacer es buscar oxígeno en la relación bilateral para no
ahogarnos.
Y antes de iniciar la travesía del domingo, María Isabel Patiño
aclara cuál es el obstáculo que está frenando la carrera de los
floricultores.
-Mire, la revaluación es peor que cualquier sanción económica y
nadie parece entenderlo- confiesa.
Entonces se monta en un ejemplar que le lleva varios
centímetros de altura, pero muy pocos de bravura y fortaleza. Lo
acaricia, lo espolea con el tacón y la dupleta arranca cual bólido
de competencia. Hay que saltar el "charco"
Las competencias para las que se está preparando Asocolflores
no son sólo en Estados Unidos, mercado que hoy representa el
80% de las exportaciones colombianas.
-Europa ofrece excelentes posibilidades y por eso abrimos una
oficina en ese continente- continúa comentando y templando las
riendas.
Y las puertas europeas hay que abrirlas definitivamente. El viejo
continente tiene un consumo promedio de flores de 40 tallos por
persona al año, mientras que en Estados Unidos es de sólo 10.
Hay que apretar las riendas y apurar el paso para pisar con
fuerza en uno de los mercados más competidos del mundo.
Para Patiño el premio que recibió Asocolflores por presentar el
mejor stand en la feria de Rusia es un buen ejemplo de la
arremetida internacional que empezaron los floricultores.
-También hay que destacar la inspección fitosanitaria que podrá
realizarse en Bogotá como resultado de un convenio con el
Japón-, subraya antes de llegar al pico de la cuesta.
Sin embargo, la jinete se lamenta al precisar que los japoneses
no vienen al país, por razones de orden público. Eventos como el
de Facatativá alejan a los extranjeros y, por supuesto, también
arrasan todo el campo de acción de los campesinos colombianos.
Pero a pesar de los constantes taponamientos de vías, la caída
sin precedentes del dólar y las continuas amenazas de
sanciones, los floricultores afilaron sus espuelas y ajustaron la
montura para convencer a todos los demás gremios de que es
posible salir del foso.
Sin importar los negros augurios de algunos inversionistas y las
flores negras que empiezan a lanzar algunos enemigos del
progreso, la presidenta espera vender rosas verdes de
esperanza junto a sus 350 empresas asociadas.
Entonces María Isabel Patiño detiene su caballo en la cuesta,
observa el inmenso verde a sus pies y toma un nuevo aire para
lograr que las flores colombianas tengan más ferias y escenarios
para ser vendidas.
Rosas de pura sangre
Asocolflores se puso en la tarea de mejorar las condiciones
ambientales y ofrecer nuevas posibilidades en el área
agroindustrial.
María Isabel Patiño reveló que ya es una realidad el convenio
con la Universidad Jorge Tadeo Lozano para crear una
especialización en floricultura, la cual fortalecerá la
profesionalización de esa actividad.
De aquí que rechace cualquier vestigio de competencia desleal
de los otros países.
-El dumping nos está haciendo mucho daño. Eso es el resultado
de una arbitrariedad del Departamento de Comercio y no quiere
cambiar las reglas-, precisa Patiño.
Sin embargo, hay que reconocer que los 45 vuelos diarios a
Estados Unidos son la demostración palpable de la importancia
de ese mercado, que debe seguir siendo conquistado por los
colombianos que trabajan en ambos países y que viven de ese
comercio.
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