En el sexto trabajo Heracle tuvo que matar a las aves estínfalidas. Estas tenían picos y garras de bronce y se comían a los hombres y a los animales dejando caer suu excrementos venenosos, que destruían las cosechas. Heracle asustó a las aves tocando un cascabel que le había regalado Atena y, cuando levantaron el vuelo, las mató.