Con el engaño, Hera, muy celosa, convenció a Sémele para que pidiera a Zeus que se mostrase con toda su luz; el esplendor del padre de los dioses redujo a la pobrecita Sémele a cenizas, pero antes de que muriera Zeus le quitó de su vientre el niño que todavía no estaba completamente formado y lo cosió en su muslo. Después de un par de meses Dionisio nació. Durante mucho tiempo nadie reconoció su naturaleza divina y además Hera lo persiguió de todas maneras. Llegado a la edad adulta Dionisio entró en el Inferior y trajo otra vez a su madre sobre el Olimpo. El era el dios del vino y de la ebriedad, se rodeaba de Sátiros y Ninfas que cantaban y danzaban y lo seguían en sus juegos de embriaguez.