Los mismos Cerbero y Carón, hechizados por su canto, lo dejaron pasar; del mismo modo se quedaron encantados Ade y Perséfone los cuales permitieron volver a Eurídice a la Tierra con la condición de que Orfeo no volviera. Pero a lo largo del camino Orfeo tuvo la duda desi había sido engañado y se volvió: llegó todavía a ver a su esposa absorbida de nuevo en el reino de las sombras.