El oto±o siempre ha sido una estaci≤n fastidiosa, llena de motivos desagradables para diestro y siniestro: la llegada del frφo; la vuelta al cole; la caφda del pelo; el debate sobre los presupuestos del Estado o, mßs terrible si cabe, la inexorable publicaci≤n de un nuevo disco del adalid de lo melifluo, JosΘ Luis Perales. Nuestro universal conquense es seguramente el sφmbolo que mejor representa lo oto±al y vuelve ahora "en clave de amor" reforzado por el Θxito que obtuvieron sus recopilatorios las pasadas navidades.
┐Puede decirse algo de Perales que no se haya dicho ya? ┐QuΘ nueva crφtica puede hacΘrsele tras eternos a±os de carrera haciendo lo mismo? ┐C≤mo se las apa±a para seguir manteniendo su impostura? Su particular universo "especial octogenarios" donde los pajarillos cantan, las nubes se levantan, los ni±os siempre rφen y las prostitutas son "samaritanas del amor", se perpet·a en el tiempo sin que nada ni nadie parezca hacer mella en Θl. Y si en Espa±a alguna vez se ha sentido amenazado, una temporada en el mßs amplio campo de acci≤n hispanoamericano le ha servido para mantenerse en forma.
No falta quien piensa que este tipo de artistas son inofensivos. Mas a medida que se acerca el fin del milenio y la hora de comprobar si las profecφas de Nostradamus se verifican, una pregunta surge en el horizonte: ┐serß JosΘ Luis Perales el anticristo? A mφ no me sorprenderφa.