![]()
|
El Depredador CAP═TULO XV El ojo crφtico menos cualificado de la ciudad ![]() |
Capφtulos Anteriores Por Carlos Atienza |
Madrid, 12 de febrero del 97. Los dφas continuaron pasando. Ninguno de los secuestradores sabφa que yo estaba preparando algo. Bueno, la chica si. El lunes pasado me volvφ a quedar a solas con ella y creφ que era el momento adecuado de contarle mis planes. ┐Me escuchas?, le dije. Si, claro que te escucho. "He estado pensando mucho en ti y he llegado a la conclusi≤n de que me estoy enamorando. Creo, por mi experiencia, que a ti te estß pasando lo mismo. Yo cuando me enamoro soy asφ. Te propongo que me ayudes a cambio de..." ┐Pero te has vuelto loco?, comenz≤ a contestarme. |
Comenz≤ a contestarme: ┐Como se te ocurre pensar que voy a aceptar semejante propuesta? |
"No, claro que no me he vuelto loco". íEscucha con atenci≤n y no hables hasta que yo haya terminado!, dije con ese tono de firmeza que en tantas ocasiones he utilizado para dejar claro el escal≤n de cada cual. íTe estoy diciendo que me he enamorado de ti y que me quiero casar contigo!. Es mßs, nos vamos a casar porque se que en tu interior hay algo que piensa. Tras un par de frasecitas de las mφas ella estaba a punto del K.O. Por supuesto que siento algo por ti, dijo al fin, dejando todas sus defensas al descubierto, tal y como yo habφa planeado. Todo estaba saliendo a pedir de boca. Le di un par de achuchones que me dejaron bien clarito que ni secuestrado habφa perdido mi habilidad para con el sexo dΘbil. A partir de ese momento me dediquΘ incluso a hacer filigranas, echßndole un polvazo que le dio gusto hasta al barbero que afeita a su padre. |
Ella: Creo que vamos a ser muy felices... |
S≤lo habφa un problema: Estßbamos sin coche y el pueblo mßs cercano estaba a casi quince kil≤metros. Encima era todo monte, campo a travΘs. Iba a ser toda una aventura. Nos pusimos en camino igual que si fuΘsemos a hacer senderismo. Parecφamos monta±eros. Ella no tenφa ni idea de lo que le esperaba. No, no la iba a pegar ni nada por el estilo. S≤lo la iba a dejar mßs tirada queàbueno, ahora no me sale una de mis tφpicas genialidades. Transcurridos dos o tres kil≤metros le dije que tenφa un "apretoncillo" y que me iba a alejar unos metros para desapretarlo. No la he vuelto a ver. Pero la verdad es que ahora casi me estoy arrepintiendo de mi decisi≤n, porque a las dos horas de haberla plantado me caφ en un pozo y aquφ estoy, con mßs ratas alrededor que rambo cuando se meti≤ en la mina. Lo he intentado todo. He gritado hasta la extenuaci≤n, he intentado trepar. Que no. Al menos tenφa en la mochila ese diario testigo de mi vivir que servirß, en caso de que yo mismo no pueda hacerlo, para dar fe de mis andanzas en esta dura vida que me ha tocado vivir. |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |