8:1 ╢ Cuando descendi≤ del monte, le seguφan muchas personas.

8:2 Y he aquφ un leproso vino, y le adoraba, diciendo: Se±or, si quisieres, puedes limpiarme.

8:3 Y extendiendo Jes·s su mano, le toc≤, diciendo: Quiero; sΘ limpio. Y luego su lepra fue limpiada.

8:4 Entonces Jes·s le dijo: Mira, no lo digas a nadie; mas ve, muΘstrate al sacerdote, y ofrece el presente que mand≤ MoisΘs, para que les conste.

8:5 ╢ Y entrando Jes·s en Capernaum, vino a Θl un centuri≤n, rogßndole,

8:6 y diciendo: Se±or, mi criado yace en casa paralφtico, gravemente atormentado.

8:7 Y Jes·s le dijo: Yo irΘ y le sanarΘ.

8:8 Y respondi≤ el centuri≤n, y dijo: Se±or, no soy digno de que entres debajo de mi techado; mas solamente di con la palabra, y mi criado sanarß.

8:9 Porque tambiΘn yo soy hombre bajo potestad, y tengo debajo de mi potestad soldados; y digo a Θste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.

8:10 Y oyΘndolo Jes·s, se maravill≤, y dijo a los que le seguφan: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.

8:11 Mas yo os digo que vendrßn muchos del oriente y del occidente, y se sentarßn a la mesa con Abraham, e Isaac, y Jacob, en el Reino de los cielos;

8:12 mas los hijos del Reino serßn echados en las tinieblas de afuera; allφ serß el lloro y el crujir de dientes.

8:13 Entonces Jes·s dijo al centuri≤n: Ve, y como creiste te sea hecho. Y su criado fue sano en la misma hora.

8:14 ╢ Y vino Jes·s a casa de Pedro, y vio a su suegra echada en cama, y con fiebre.

8:15 Y toc≤ su mano, y la fiebre la dej≤; y ella se levant≤, y les servφa.

8:16 Y cuando lleg≤ la noche, trajeron a Θl muchos endemoniados; y ech≤ de ellos los demonios con la palabra, y san≤ a todos los enfermos;

8:17 para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta Isaφas, que dijo: El tom≤ nuestras enfermedades, y llev≤ nuestras dolencias.

8:18 ╢ Y viendo Jes·s gran multitud alrededor de sφ, mand≤ que se fuesen al otro lado del lago .

8:19 Y llegßndose un escriba, le dijo: Maestro, te seguirΘ adondequiera que fueres.

8:20 Y Jes·s le dijo: Las zorras tienen cavernas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza.

8:21 Y otro de sus discφpulos le dijo: Se±or, dame licencia para que vaya primero, y entierre a mi padre.

8:22 Y Jes·s le dijo: Sφgueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.

8:23 ╢ Y entrando Θl en un barco, sus discφpulos le siguieron.

8:24 Y he aquφ, fue hecho en el mar un gran movimiento, que el barco se cubrφa de las ondas; mas Θl dormφa.

8:25 Y llegßndose sus discφpulos, le despertaron, diciendo: Se±or, sßlvanos, que perecemos.

8:26 Y Θl les dice: ┐Por quΘ temΘis, hombres de poca fe? Entonces, despierto, reprendi≤ a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.

8:27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ┐QuΘ hombre es Θste, que aun los vientos y el mar le obedecen?

8:28 ╢ Y cuando Θl lleg≤ a la otra ribera, a la provincia de los gadarenos, le vinieron al encuentro dos endemoniados que salφan de los sepulcros, fieros en gran manera, que nadie podφa pasar por aquel camino.

8:29 Y he aquφ clamaron, diciendo: ┐QuΘ tenemos contigo, Jes·s, Hijo de Dios? ┐Has venido acß a molestarnos antes de tiempo?

8:30 Y estaba lejos de ellos un hato de muchos puercos paciendo.

8:31 Y los demonios le rogaron, diciendo: Si nos echas, permφtenos ir a aquel hato de puercos.

8:32 Y les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a aquel hato de puercos; y he aquφ, todo el hato de los puercos se precipit≤ de un despe±adero en el mar, y murieron en las aguas.

8:33 Y los porqueros huyeron, y viniendo a la ciudad, contaron todas las cosas, y lo que habφa pasado con los endemoniados.