Unos cuantos poemas


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Fluirß la noche

 Fluirß la noche
 lφquida
 del mercurio de todos los espejos
 que un dφa te reflejaron.

 Serß la noche del color del olvido
 y entonces no habrß palabras.

 Las cenizas y el polvo
 reservados desde el comienzo de la tierra
 se unirßn
 conformando la sombra de tu cuerpo.

 Desde el centro
 se levantarß el abismo del silencio
 y un fuego frφo
 serß el destino de la distancia.

 Tus antiguos ritmos de gestos enlazados
 serßn transformados en un pΘtalo
       o en el murmullo de un riachuelo
               o en el silencio inm≤vil de un ßrbol.

 Y se conjurarßn las magias ancestrales
 y un verbo
 impronunciable como un beso
 te llevarß hasta las raφces de los metales.

 El sol ya no te deslumbrarß
 porque no habrß mas espacio para el tiempo.

 Sentirßs
 como un presentimiento
 la llegada del alba
 lenta
 eterna
 como una revelaci≤n renovada.

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Hay una maquinaria imprecisa y constante

Hay una maquinaria imprecisa y constante
que esparce cristales apagados
dφa y noche
y sin que nosotros lo sepamos
silenciosamente
entretejen y conforman
un espejo imposible
desde donde somos inversos
paralelos presos ignorantes.

Un dφa esa mßquina se nos detendrß
y todos los cristales arderßn
en un instante
para ser la imagen del nombre que hemos llevado
efφmera apoteosis en el espejo del tiempo
mientras caen nuestros pßrpados
estrepitosamente
hasta el fondo de las miradas
en que hemos sido.

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Olvisiones

Olvisiones

Un cuerpo a cuerpo con las ruinas,
una lucha como lluvia que ya es ajena,
un vestigio de cenizas en la memoria.

No es el olvido,
son los restos naufragados en el tiempo,
es una historia personal, inmediata,
desde otro espacio roto en visiones

Tan solo son sue±os de piedras
destrozos
sendas entre lo blanco y lo oscuro
un resurgir de miradas heridas
el conjuro de una magia

Retornos de la sangre
en gestos enigmßticos
La cifra de la derrota
en pΘrdidas indescifrables
Una palabra sin labios

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Desde un abismo roto

 Desde un abismo roto
 oφmos arder al tiempo
 con los ojos cerrados
 inm≤viles
 sentimos la vida
 que se nos va
 por una herida abierta
 y el aire que respiramos nos desgasta.

 Por la piel caminan unos dedos
 tocando
 suavemente
 el velo de nuestro cuerpo
 aferrßndonos
 intentando contener las hojas que se nos caen
 como una lluvia ajena sobre nuestro rostro dormido
 cuando una voz emerge
 fragmentando las mßscaras que hemos sido
 y nos desnuda el alma
 y enciende fuegos nuevos
 mientras somos s≤lo una estructura cristalina
 un esbozo de todo lo que quisimos ser
 y ya nunca seremos.

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De repente te vφ alejarte

De repente te vφ alejarte
y sentφ un vacφo frφo
por las lindes de la distancia.

Tu rostro se torno antiguo
y afloraron expresiones ignoradas.

Verte como fuiste
sintiendo como surgφan los rostros que desconozco
aunque no me son del todo ajenos
porque estßn por debajo de tus gestos
como una sombra sosteniΘndote.

Y ese corredor por el que te pierdes
y te reencuentras
mientras busco tus huellas en mis manos
las memorias de tu tacto por mi cuerpo.

Un sonido amarillo y polvoriento
sordamente
desdibuja la distancia que nos une.

Mientras t· duermes
velßndote
temo a un abismo
emboscado
aguardßndonos
y lloro esperando que regreses
sin atreverme a tocarte
solo y mudo
junto a tφ.

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Desde los φntimos cristales de tu carne

Desde los φntimos cristales de tu carne
se levantarß un espejo inverosφmil
y serß un mundo intuido o so±ado
creado por la magia del reflejo
poblado por la distancia de tu olvido
por las certezas de tus manos
conteniendo la respiraci≤n verßs un rostro
que ya no serß el tuyo

Te perderßs enga±ado en su reflejo
hecho de desordenes y gestos
acaso so±ado por alguna necesidad
del desconocido que desde Θl te mira
sentirßs un rumor mineral
de arena resbalando sobre un nombre
es el ruido de tu tiempo al irse
lentamente
como una evocaci≤n desesperada

Una palabra arde en alg·n sitio
alumbrando el saber de un libro
cerrado y oculto para siempre
conteniendo s≤lo un signo
la cifra de tu destino
y el futuro vestigio de tus horas
su cansancio
el aroma del amor derramado

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Apolo o quizßs Dioniso

Apolo o quizßs Dioniso
luces comedidas o formas vagas
silencios de piedra sobre el ruido de un cuerpo
como una noche apagada lentamente
como un renacer de miradas que estßn en nosotros
imprecisi≤n de contornos desgastados
huellas de unos hombres atrapados
sometidos por el azar y la fuerza de la necesidad.

Una mirada puede ser mßs que una mirada
y unas ruinas algo mßs que escombros
porque en nuestra memoria estß contenido su olvido.

Habitamos un espacio impreciso
un escenario voluble
enmarcado entre dφas y noches
quemados por el amor o el deseo
nos elevamos como una plegaria
y revivimos gestos ancestrales de la carne
sin saber que renovamos antiguos misterios
y que a veces los dioses son por nosotros.

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La aurora perdi≤ sus rosßceos dedos

La aurora perdi≤ sus rosßceos dedos
entre las grises nieblas de nuestro tiempo
las columnas se horadaron para ser chimeneas
y caφdos los muros de las ciudades
el ßgora se extendi≤ por el mundo
y ya todo lugar es un posible mercado.

Remoto y oculto tras el fasto de los cultos
y el griterφo de nuevas hordas
y la guerra inmanente y plural
el altar erigido a Zeus en PΘrgamo
cifra toda la memoria de la destrucci≤n
o el dolor humano.

┐Acaso las ambiciones de un tirano
merecen una sola gota de sangre
o las lßgrimas de una madre?

Para quΘ servφs oh dioses con vφsceras humanas
sumidos en los museos del olvido,
quΘ aguardßis a·n...

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Huyendo del vΘrtigo de un tiempo plano

Huyendo del vΘrtigo de un tiempo plano
resbaladizo
emanaciones del pasado de la tierra
enterradas
para que por su boca hable un dios
íoh sibila!
anunciando el futuro oscuramente
designios vagos contra el azar
sue±os como laberintos
presagios cargados de raz≤n
orßculos que te ata±en.

El minotauro acecha y tu serßs Teseo
oirßs el canto de las sirenas
atrapßndote
la esfinge te destruirß porque te eres extra±o
aunque Apolo te avis≤: Con≤cete a tφ mismo
pero tu destino y hasta tu presente ignoras
y no has llegado a comprender quienes eres.

DΘjate guiar por el tirso de Dioniso
y encontrarßs tu claro en el bosque
creado para que goces en los brazos de ella
mientras invisibles bacantes danzan rozßndote.

 Los misterios inviolados son todavφa recientes
 y te aguardan
 para que tu destino sea insigne.

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Se hizo el bronce

Se hizo el bronce para ser carne inmortal
y fuego de pasiones anudadas al destino
contra las cenizas del tiempo.

Se cre≤ para darle un cuerpo a los dioses,
para que se cumplieran sus designios
y t·, oh mortal, supieras de la eternidad.

Yacφan los metales enterrados
hasta que un fuego prometeico los despert≤
y alguien los transform≤ para ti.

Quien pudiera volver a tejer las estatuas divinas
y elevar nuevas columnas con el humo de la piedad
mientras las libaciones se derraman
y vuelve a la tierra el fruto de la tierra.

El mar devuelve a veces lo que ya no nos pertenece:
sucios trozos de bronce
sumergidos en una noche.

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Una cadena de dφas y noches

Una cadena de dφas y noches
como el tablero de ajedrez
donde nos la jugamos
la vida.

┐QuΘ espacio es ese?
estßtico, mßgico, confuso
Como un sue±o congelado
la carne.

El sentido que desgranan los dφas
se pierde por las alcantarillas de la noche
Ambiguedad de ser desde antes
el alma.

Las miradas se queman en ceniza
y de los espejos fragmentados
rebrotan los gestos
y se encienden los fuegos
y se te convoca.

La m·sica mßs elemental suena,
escucha como susurra tu pecho
latido tras latido
como si fueras arena en un reloj

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Porque hay piedras

Porque hay piedras que guardan un sentido
aunque son formas rotas, antes fueron ideas
y luego fluyeron llenas de sangre
en  la  carne de  los modelos
y por las venas de los maestros.

No hay ruinas,
solo los efectos del ßcido del tiempo
los avatares del olvido
obras hundidas en un mar totalmente negro.

La luz, la vida, vuelven.

Hay un retorno de estaciones
de silencios
de miradas
de otros labios que dicen las mismas palabras
de otros cuerpos que repiten los mismos gestos
todo dentro de un espejo a la deriva
como un pozo
contra las ruinas
desde otras ruinas
espacio sin mas dimensiones que las del tiempo
solo memoria y luz.

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Desde la bruma

Desde la bruma
ese espacio hecho con desierto
y rotos cristales sucios

En la distancia inverosφmil
que mide el reflejo doloroso
de un espejo de carne enamorada

Hay silencios de verbos
porque carecen de sentido
porque son la cßrcel del presente

Miradas que llegan desde dentro
cargadas de futuro
signos de un enigma compartido

Fluyes en un imßn que me sostiene
como una roca mßgica
contra las aristas de la bruma

Talismßn que vibras en medio de la noche
lanzando los gestos que mßs me conmueven
surgiendo desde dentro de mφ mismo

ERES

Contra los desiertos
tu invocas al alba que me aguarda
mientras sue±as dentro de mis sue±os
y huyen los negros cristales
como pßjaros
y seguimos enamorados
luchando sin derramar una palabra

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Antiguas alquimias

Antiguas alquimias de plata viva
amalgamas de mercurios y azufres
sobre rostros carcomidos
íoh distancia de lo elemental!

Parpadeos de llamas oscuras
sobre papeles manchados
secretas plegarias
palimpsestos sobre los que reescribirnos

Azufre ardido en el s·lfuro de lo negro
mercurio roto de los espejos blancos
sales perfectas para congelar al tiempo

De las miradas polvorientas surge el fuego
y se esparce por el aire como el amoniaco
ahogßndonos para siempre
en un coagulo de luz visceral

La mirada es esa sangre lechosa imperceptible
rodeando desde su centro los limites porosos
ßvida
derramando cuanto absorbe
sin parar

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Va rotando el tiempo

Va rotando el tiempo
espiral arriba
espiral abajo
hoja a hoja
se nos caen los aniversarios

por tu piel las huellas
como hojarasca
de mis labios

un viento nuevo por los rescoldos

ascuas en los labios
en la mirada ardores
y por dentro
el eco de mi cuerpo
en llamaradas
desbordado

en tu mano el mundo
en la mφa solo tu mano
en tu pecho mi coraz≤n
en tu coraz≤n mi canto

silencio
todo en silencio
como gestos insinuados
bajo nuestro mar
encendido

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SΘ que nunca olvidarßs

SΘ que nunca olvidarßs el fuego
entre mis brazos

SΘ que habrß otros amaneceres
y otros abrazos
y mi coraz≤n se derramarß
entre la ternura de tu cuerpo

SΘ que fluye el tiempo como una herida
luminosa en la noche
heridos por los mφsticos pu±ales lunares
y mi mano entre tu mano
y mi pecho contra tu pecho
y mis labios hacia tus labios
conteniendo la vida
sosteniΘndonos
pronunciando una palabra mßgica
mientras somos elementales
como el vidrio
como el trigo
como el cuerpo
aliento y luz
bajo nuestras estrellas

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Derivas de un nßufrago

Los juegos de palabras, el ardor de los espejos, los espejos, la sombra de los cuerpos en las noches de luna llena, los cφrculos de los recuerdos, el mar, los metales, la alquimia, la textura de la m·sica, los arrabales de calles nocturnas de gentes noctßmbulas, las monta±as donde las rocas gesticulan almenas, los ßrboles en la raya del horizonte que se sue±an quimeras, el ardor de las brasas, el abrazo del agua, las grietas de la realidad, el lento empuje del tiempo que no s≤lo deja sus huellas en las fotografφas, las monta±as que ignoran ser fronteras en los mapas, la ignorancia que sabe a olvido y nos envuelve, la vida que confluye en nuestro entorno, los escritos que no leemos, los paisajes que no hemos pisado pero que sentimos que existen, el alba que exhala algo eterno, los planetas, los laberintos, el fuego secretamente mudo que encierra el carb≤n, las huellas, los parajes que el viento temporal va lamiendo como a nuestro cuerpo, los pasos del tiempo entre el sue±o y los sue±os, el color ensangrentado del ocaso, las nubes que fingen olimpos y literaturas, el despertar con ese sabor a huida, a algo que se nos pierde, los volcanes, sue±os terrenos de ser estrella, los abismos del mar, donde viven fantasφas que nadie se atreve a sacar a la luz, la ceniza que alberga muertes y esperanzas, el hombre que no entiende la inmoralidad de la naturaleza, el mar arrogante que devora a los hombres, el hombre que juega a crear leyes en el aire y a infringirlas, los rayos que gritan tan fuerte que ciegan, las mentiras compartidas, la ciencia que esconde su vergⁿenza bajo las f≤rmulas y las mßquinas, la guerra que obliga a los hombres a interpretar una tragedia y los devora, el frφo y sus fuegos inversos, el amor que se busca para encontrarse y el que se busca para perderse, las leyes que no impiden la gangrena pero donde la violencia es legal, el arte que diviniza al hombre, el trabajo que abreva de la sangre de la vida, la religi≤n que vende paraφsos y promete esperanzas y jueces y cßrceles para convencernos de que el mundo es perfecto, la prostituci≤n de la ciencia, la hipocresφa diplomßtica, la reducci≤n del hombre a ciudadano, los ecos de las bombas, los muertos por las balas, las horcas, las guillotinas, los calabozos y el mal, la uniformidad, las utopφas manchadas de sangre, los hßbitos con restos de esperma, los que ordenan, los que obedecen, el poder y la impotencia, el deseo que aprieta y obliga, la necesidad de creer y las necedades que inventa, el olor de las carnicerφas,la libertad de presi≤n, la ambici≤n, los presos que se ignoran, las libertades condicionadas, los profetas de la historia, la fe en el progreso, los que creen que no obedecen, la impunidad de los mayores delitos, el oficio del verdugo, la verdad que exige fe, la moneda que aplaca la conciencia, los que se fingen aun en soledad, el miedo que da risa, los laureles, el tedio, la voz que se atribuye al diablo, el olor de la p≤lvora, la vergⁿenza ajena, el humo, la inutilidad, el oro, el sufrimiento que es una forma de vida, la enfermedad, la nostalgia, el cansancio de ser hombre...

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El dolor

Todo se vuelve peque±o cuando nos habita el dolor
y todo y todos se alejan
mientras la distancia se nos impone como la soledad
como la ausencia
como una muerte.

Todo y todos se nos mueren mientras se nos caen los pßrpados
azules.

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Javier Espada