Cara a cara con la IA de Age of Kings

Texto: Guillermo Sáiz Ruiz


La técnica del asedio

El asedio es una parte orgánica dentro de la época de los reyes, esto es de "Age of Kings". El dominarlo es toda una técnica, que dará frutos a su usuario como un eficaz y solvente sistema de extracción de recursos; si bien ambos aspectos son vitales, y están íntimamente vinculados, el asalto a la fortalezas estará en el orden de prioridades de toda batalla que se precie.

No tratamos en la explicación de manifestar que el único sistema válido sea el que a continuación está plasmado, que no es ni más ni menos efectivo que los que vosotros despleguéis habitualmente (citamos al sabio refranero español: "cada maestrillo tiene su librillo"); pues cada fortaleza es un mundo –sobre manera si ni ha sido creada por un patrón de IA–, y cada jugador nutre sus mesnadas de las unidades que más le gustan o que las posibilidades le permiten –bien por escasez de recursos o por deshabilitación de tecnología–.

El ejército que tome parte activa habrá de tener, como mínimo, tres grupos de unidades creados: uno que englobe a las unidades de asedio strictu sensu (lanzapiedras, onagros, arietes), otro que contenga las unidades de asalto y de saqueo, y por último un contingente destinado a la defensa del primero –tanto de aquellas acometidas procedentes de intramuros como las posibles llegadas de refuerzos por parte de equipos aliados o de otros establecimientos del mismo jugador–. Asimismo podremos diferenciar la primera agrupación en distintos subgrupos, de forma que cada uno simplifique la llamada a las unidades según su especialidad: los arietes para derruir las puertas y murallas, mientras concentramos el fuego de los onagros asistiendo a la labor de aquellos o en su caso concentrando su capacidad destructiva sobre las torres más próximas al perímetro exterior; simultáneamente los lanzapiedras darán cuenta de objetivos más lejanos –que previamente habremos de haber descubierto con exploradores, nunca con trampas- que imposibiliten en la medida de lo posible una respuesta contundente (barracas, granjas, establos, castillos, etc.).

De tratarse de una fortaleza con puerto de mar, un cuarto grupo habría de tenerse en cuenta, que es el de los galeones con los cuales abrir una segunda línea de batalla, que conseguirá diseccionar los efectivos defensivos enemigos, distrayendo sobremanera sus unidades de asedio. Incluso podríamos intentar un desembarco, pero para eso sería necesario tener la fortuna de nuestro lado.

El grupo de asalto, compuesto por todo tipo de unidades de infantería y caballería (los arqueros son prácticamente inútiles, no así los artilleros manuales) entrará en escena cuando la puerta haya sido abatida, o en su defecto cuando hayamos conseguido abrir una brecha de entidad en el perímetro defensivo. En el caso de que hayan sobrevivido a los primeros compases del asedio, emplearemos los arietes en asistir al mencionado grupo en la destrucción de edificaciones vitales. Sería conveniente haber tenido la deferencia de introducir en la dotación alguna pareja de sacerdotes, empleando uno de ellos en la re-conversión de eventuales jugarretas enemigas, mientras el otro recupera su fe y sana a los más que posibles heridos.

Como se ha podido leer, todo esto supone de la presencia de una puerta, el talón de Aquiles de toda fortaleza (ojo, de no existir, todo sería más fácil). Pero no acaba aquí, pues vosotros como creadores del escenario podréis tratar de dificultar la consumación del asedio al incauto jugador humano de turno. Así como antes tratamos de abstraer un modelo ideal de asedio, haremos lo propio con la defensa. Como medida de seguridad cabría la posibilidad de construir un doble sistema de entrada/salida, con un compartimento a modo de recibidor, que consistiría en dos puertas –no en posiciones paralelas–, que evitarían entre otras cosas la entrada de exploradores asediantes para abrir campo de tiro a los lanzapiedras.

El establecimiento de estos armatostes tras los muros, puede infligir sustanciosas bajas al cuerpo de asalto y a los arietes –inmunes a las saetas de nuestras torres comunes–, e incluso si el asaltante es novato, podríamos dar cuenta de sus correspondientes si no tomó la distancia de seguridad en su disposición.

Supuesto ser parte pasiva en el asedio, supone que el nutrido grupo de defensores habrá de ser distinto al de los atacantes, lo cual nos lleva a determinar la existencia de arqueros que comiencen a trabajar antes de que los ‘malos’ puedan dañarles. Obviamente una congregación notable de sacerdotes acompañados de una, no menos populosa, parroquia de infantería.

La última prescripción que os hacemos es la de la ubicación de la fortaleza. Normalmente conviene que lo hagamos por la IA –por lo que no pueda pasar–, y por si fuera poco, de forma total, con murallas inclusive. En esta acción, dejaremos espacio suficiente intramuros para las construcciones que se la hayan ordenado vía trigger. El lugar, cuanto más alto mejor, y si es posible que sea la cima de un desfiladero, mejor aún.

 

Una vez dispuestos los lanzapiedras en la loma de una colina, lanzamos el ataque. La dotación que los defiende, aprovechará el desnivel para acometer con mayor eficacia su misión.
Anterior Siguiente