Entre los condenados del Tártaro estaban también, como ya hemos recordado, Sísifo y Tántalo; además de las cincuenta hijas de Dánao que habían matado a sus maridos en la primera noche de bodas y habían sido condenadas a sacar agua para rellenar un jarro sin fondo. Los vivos no podían entrar en la Ultratumba y los muertos no podían salir. Sobre esto recordamos el mito de Orfeo y Eurídice. Orfeo era un músico tan excelente que cuando cantaba acompañado por la lira todas las criaturas lo seguían encantadas; un mal día, su amada mujer Eurídice murió por la mordedura de una serpiente. Orfeo, muy triste, decidió ir a buscarla en la Ultratumba.