Cuando Apolo descubrió el robo, Hermes estaba tranquilo en su cuna haciendo como si no hubiera pasado nada; Zeus obligó al pequeño Hermes a devolver lo que había robado y él obedeció inmediatamente regalando a Apolo la lira, que se convirtió en el instrumento favorito del dios de la música. Hermes robó también el cinturón de Afrodita, el martillo de Efesto, el tridente de Poseidón; todos estos robos, de cualquier modo, le fueron perdonados y dioses y diosas se dirigían a él para enviar mensajes o hacer recados. Por este motivo se convirtió en el protector de los caminantes, de los comerciantes y hasta de los ladrones.