Era la diosa de las artes prácticas: inventó el telar, el arado y enseñó a los mortales a domar los caballos. Era una diosa cuidadosa y reflexiva y aunque fuese una guerrera, nunca fue brutalmente impetuosa. Como todos los dioses, ella también castigaba a los mortales que osaban desafiarla; cuando una chica, Arácne, se jactó de bordar mejor que ella, Atena aceptó el desafío y al final de la obra reconoció que la chica era tan capaz como ella, pero la trasformó en araña, es decir, en el insecto que teje su mísera tela.