FIN DE LA REP┌BLICA Y PRINCIPADO

A cien a±os de la p·nica maldici≤n
Roma serß esclava de un hombre velludo,
un hombre velludo de muy poco pelo.
Todos los hombres serßn mujeres, y cada mujer un hombre.
El corcel que monte tendrß dedos por cascos,
morirß a manos de su hijo, que no es su hijo,
y no en el campo de batalla.
(Julio CΘsar)

El otro velludo que esclavice al Estado
serß hijo, no hijo, del ·ltimo velludo.
Tendrß mßrmol a Roma en lugar de la arcilla
y la ce±irß con cadenas invisibles.
Morirß a manos de su esposa, que no es esposa,
paara bien de su hijo que no es su hijo.
(Augusto)

El tercer velludo que esclavice al Estado
serß hijo no hijo de este ·ltimo velludo.
Serß barro mezclado con sangre,
un hombre velludo de muy poco pelo.
Darß a Roma victorias y derrotas
y morirß para bien de su hijo no hijo...
un cojφn serß su espada.
(Tiberio)

El cuarto velludo que esclavice al Estado
serß hijo no hijo de este ·ltimo velludo,
un hombre velludo de muy poco pelo.
Darß a Roma venenos y blasfemias
y morirß de una coz de su viejo caballo
que no pase≤ de ni±o.
(Calφgula)

El quinto velludo que esclavice al Estado,
que esclavice al Estado contra su voluntad,
serß el idiota aquien todos desprecian
Tendrß de cabellos abundante pelambre,
darß a Roma agua y pan de invierno
y morirß a manos de su esposa que no es esposa,
para bien de su hijo que no es su hijo.
(Claudio)

El sexto velludo que esclavice al Estado
serß hijo y no hijo de este ·ltimo velludo.
Darß a Toma violines y miedo y fuego.
Sus manos estarßn tintas en sangre paterna.
(Ner≤n)

No habrß un sΘptimo velludo que lo suceda
y de su tumba brotarß la sangre.1


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1 Son las curiosidades sibilinas en Robert GRAVES, Yo, Claudio, Madrid, Alianza, 1979, p.23.




EL CESARISMO

De sus relaciones con el partido democrßtico, del que era defensor, se desprende que CΘsar mantuvo una actitud que habrφa originado el tΘrmino "cesarismo".2 Es decir, que us≤ los plebiscitos, expresi≤n del deseo popular, para sus fines particulares. Con sumo realismo, evalu≤ la inadecuaci≤n de los comicios tributos (el concilium plebis) de Roma para representar a la totalidad de los ciudadanos romanos. Pero dado que los comicios tributos eran realmente reuniones del pueblo, en el mejor sentido del tΘrmino, no quiso humillarlos. Us≤ los comicios tributos para doblegar los comicios por centurias, basados en el patrimonio y dominados por los ricos, y dio comienzo a una inteligente descentralizaci≤n municipal.
Faltaban en aquella Θpoca todas las estructuras que hoy se le ofrecen al proletariado para su vida; los costosφsimos transportes volvφan fluctuantes los trueques y el artesanado se ce±ia a limitados ßmbitos territoriales; faltaba en la prßctica la administraci≤n p·blica y, en consecuencia, la burocracia; la mano de obra servil desplazaba del campo a los asalariados libres, mientras que la extensi≤n del latifundio estrangulaba a los peque±os propietarios, incapaces de resistir la competencia.La carrera de las armas aseguraba la supervivencia pero no resolvφa los problemas. El hambre impulsaba a buscar cualquier sistema con el fin de sobrevivir: las esp≤rtulas de los se±ores, la venta de los votos electorales, el alistamiento en bandas armadas, organizadas y dirigidas por jefecillos como Clodio y Mil≤n. CΘsar se volc≤ con gran agudeza y clarividencia sobre el problema: necesita extender Roma, ofrecer fuentes de trabajo, poner tΘrmino a la situaci≤n de la plebe. Por lo que proyect≤ la ampliaci≤n de Roma en mil pasos en todas direcciones: su plan para descongestionar la ciudad y sanear su centro fue aplicado durante los dos siglos siguientes, lo que demuestra su competencia.
El problema de las deudas con intereses extremados se resolvi≤ en dos etapas. En la primera, CΘsar concedi≤ un a±o de plazo a los inquilinos con alquiler inferior a los dos mil sestercios anuales. En la segunda, determin≤ que los deudores cediesen sus bienes hasta completar el saldo: evidentemente, esta disposici≤n no apuntaba a los proletarios, sino a todos aquellos nobles que, para vivir por sobre sus posibilidades, se habφan endeudado evitanto al mismo tiempo apelar a sus casas y a sus propiedades en el campo para pagar a los acreedores. CΘsar redujo la humillante y corruptora limosna p·blica somentiendo a revisi≤n las listas de los favorecidos, que pasaron de 320.000 a 150.000. Mßs de 80.000 proletarios decidieron instalarse en las colonias de provincias, constituyendo a la vez un poderoso factor de romanizaci≤n. No quedaba mucho que distribuir pero estaba allφ el fertilφsimo agro campano, donde la parcelaci≤n, iniciada ya por la correspondiente comisi≤n hacia el 58 a.C., no se habφa completado. Dada la prosperidad del lugar, CΘsar no dej≤ que fuera la suerte la que decidiese, por lo que personalmente seleccion≤ a veinte mil familias con mßs de tres hijos que las trabajaran.
Se crearon nuevos puestos de trabajo con la ley que obligaba a los propietarios a emplear en sus haciendas al menos a un tercio de los ciudadanos libres como asalariados. No hay que olvidar asimismo cußntas posibilidades ofrecφa la administraci≤n p·blica -que CΘsar comenz≤ a organizar- a toda una masa de escribrientes, archiveros, secretarios, algualciles, gente adscrita al mantenimiento de las rutas y los caminos, etcΘtera, muchos de los cuales pudieron, por lo demßs, habitar en los edificios p·blicos.
Disolvi≤ los collegia, permitiendo ·nicamente las reuniones de artesanos y mercaderes y las asociaciones que representaban a los seguidores de alguna religi≤n, como la de los hebreos.
Se realizaron o se iniciaron: el Forum Iulium, la Basφlica Iulia, los Saepta Iulia, el rehacimiento de las tribunas rostradas del Foro, la restauraci≤n de la curia (sede del Senado), se ampli≤ el Gran Circo. Los botines de guerra abonados al Estado o a sus representantes le proporcionaron a CΘsar los fondos para todas estas empresas que emplearon mano de obra a partir del 51.
Al ejΘrcito, casi le dobl≤ la paga, inamovible desde hacφa unos 60 a±os. En el 44 habφa 23 legiones instaladas en las provincias, CΘsar moviliz≤ otras 16 para la guerra con los partos que preparaba. Se sirvi≤ del ejΘrcito para romanizar las provincias y para naturalizar a los legionarios "extrangeros". Permiti≤ que continuase existiendo la mßxima magistratura popular, el tribunado, pero se hizo atribuir el derecho de sentarse vitaliciamente en la mesa de los tribunos y asociarse a sus iniciativas si las consideraba ·tiles.
Impuso rφgidos controles a la administraci≤n de las provincias y destruyendo muchas de las barrreras que separaban a los ciudadanos de los provincianos. Con dos leyes puso orden en los municipios itßlicos, prescribiendo reglas uniformes para el cursus honorum, para la admisi≤n en sus concejos, para los empadronamientos. Ampli≤ la ciudadanφa hasta los Alpes (49 A.C.), reorganiz≤ las provincias convirtiΘndolas en dieciocho. Las romaniz≤ profundamente, instalando en ellas no menos de viente colonias de ciudadadnos romanos. Redujo los tributos de la provincia de Asia. El control se estableci≤ sobre los gobernadores de las provincias, que en la prßctica eran elegidos por CΘsar en persona y contra los cuales ya durante su consulado habφa solicitado sanciones muy duras en caso de extorsi≤n.
El Imperio asφ organizado cont≤ muy pronto con una moneda com·n. Asimismo una lengua com·n; el latφn. TambiΘn el calendario reformado por CΘsar se impuso debido a su racionalidad.

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Alessandra Moura 1║ C Filologia Inglesa. 1993.
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Esta incompleto, algun dia lo terminare de pasar al ordenador, lo siento.