El arte colonial es producto de la imposición a los pueblos indígenas de las formas de vida europea. La iglesia católica en su afán evangelizador es quien patrocina el desarrollo de todas las artes, por lo que el arte civil casi carece de importancia, salvo en lo que se refiere a la arquitectura.
Bajo la dirección de los frailes se elevan conventos y se crean instalaciones que no eran conocidas en Europa; el atrio para albergar cientos de indígenas que asistían a las ceremonias al aire libre. Para la misa, se creó la capilla abierta, con tres variantes: en la portería, en donde uno de los arcos es más ancho y elevado, para indicar donde queda el altar; la elevada, por lo general sobre la portería y el paño de la fachada, llamada tipo balcón y la exenta, provista de todas las instalaciones necesarias para que funcionara independientemente del templo conventual.
Otra novedad, son las capillas posas, usadas para posar al Santísimo durante las procesiones, las cuales se realizaban al aire libre, dentro de los límites del atrio, tambien se les llama capillas de ángulo, porque se construían en cada una de las esquinas del atrio. Las capillas posas son pequños cuartos provistos de dos accesos, con el objeto de entrar por uno de ellos, realizar la ceremonia y salir por la otra puerta que se encuentra directemente frente a la siguiente capilla.
Los templos fueron erigidos de una sola nave o basilicales, en una mezcla de estilos; romántico, gótico y renacentista, con sus modalidades plateresco y herrecarente de las instalaciones de una verdadera fortaleza, pero carente de las instalaciones de una verdadera fortaliza, por lo mismo sin capacidad defensiva.
Los claustros son también de estilos varios y en muchos de ellos se conservan pinturas murales, con temas relativos al Nuevo Testamento o a los santos.
En escultura, se tallaron gigantescos retablos en madera, la que se cubrió con hoja de oro, ornada con imágenenes manieristas estofadas, combinadas con pinturas al óleo sobre tabla, salidas de los pinceles de Simón Pereyns, Andrés de la Concha, Juan de Arrué, los Baltazar Echave y otros, que crearon obras de sabor medieval, con características flamencas o italianas.
Siglos del barroco. A fines del s. XVI, y con el cambio del clero regular por el secular y la creación de nuevas parroquiea, Nueva España sufre un cambio en su arquitectura, las moles conventuales son sustituidas por las construcciones más modestas, en su proporción, adoptando como planta definitiva la cruz latina, en la cual, la nave única, se ve cortada por una nave transversal, que la separa del presbiterio. En la intersección, se eleva la cúpula, apoyada sobre pechinas. Esto permite que a los lasos del testero se construyan la sacristía y el cuadrante y en uno de los costados de la nave, la casa cural.
Otra novedad son los conventos de monjas, en donde desaparece la portada principal, la cual es sustituida por dos portadas laterales, dado a que en el interior, en los extremos, se colocan: el altar mayor y los coros, el alto y bajo; los claustros, generalmente muy espaciosos, se convierten en verdaderas ciudades de mujeres, ya que se ecuenta que hubo conventos que albergaban a más de 300 monjas, más la servidumbre que las atendía.
El estilo barroco, en la Nueva España, es prácticamente decorativo, pues pocas son las obras que presentan una planta que sea movida; se inicia con la modalidad conocidad con el nombre de sobrio, moderado o de transición, pues es muy tímido en cuanto a la ornamentación y movimiento de formas. Para 1640, más o menos, empieza a generalizarse la modalidad salomónica, así llamada por las columnas helicoidales.
La arquitectura civil destaca sobre todo en los bellos palacios citadinos, casi sin variantes en su planta; un patio central, rodeado por cuatro crujías. Para el siglo XVIII se les dota de un primer piso, con lo que la planta baja quedaba reservada a la servidumbre y locales que se rentaban para comercios y en el piso alto se controlaba lo que propiamente era la casa de los dueños. Estas construcciones dotaron de elegante fisonomía a las ciudades de esta época.
Desde mediados del siglo XVIII, varios artistas se interesan por las novedades del arte neoclásico, e incluso piensan en fundar una academia, pero la falta de apoyo, por parte de las autoridades españolas y virreinales lo impide. No obstan te, en sus obras ya aparecen formas neoclásicas, tal es el caso del pintor Miguel Cabrera o del Arquitecto Ortiz de Castro. Aunque a decir verdad la pureza de los estilos greco-latinos nunca aparece, pues la corriente del barroco era tan fuerte que persiste en el nuevo estilo.
En 1785 se funda la Real Academia de las Bellas Artes de México, con el patrocinio del Rey Carlos III, lo que le valdrá ser conocida como Academia de San Carlos. Para impartir los cursos correspondientes, se trajeron maestros europeos, entre los que destacan el escultor y arquitecto Manuel Tolsá, el pintor Rafael Ximeno y Planes y el grabador de medallas Jerónimo Antonio Gil.
Es Tolsá quien toma el papel más importante en arquitectura, tanto civil, como religiosa y a él se deben obras tan importantes como la terminación de la Catedral Metropolitana, el Colegio de Minería y el proyecto del Hospicio de Cabañas (563 kb) entre otras muchas.
Diego Rivera es el iniciador de la escuela mexicana de pintura mural, en la que destacan como grandes figuras José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros.
La intención era llevar a través; de la pintura, la enseñanza de la Historia de México , con sus hechos y personajes. Contemporáneos a estos artistas trabajó, en forma independiente,
A la sombra de estos pintores mexicanos , se forma un grupo importante, entre los que destacan Pablo O'Higgins, Fernando Leal, Alfredo Zalce y otros muchos y más;s recientemente Francisco Toledo, Francisco Corzas, Jose Luis Cuevas y Pedro y Rafael Coronel.
La arquitectura a partir del General Lázaro Cárdenas, toma un camino de innovación, con la utilización del concreto y del cristal, creando formas y espacios que resultaron novedosos.
Arquitectos como Luis Barragán que formó escuela, Ricardo Legorreta, Teodoro González de León, Abraham Zabludovsky y especialmente Pedro Ramírez Vázquez, todos ellos alcanzan el reconocimiento internacional por la alta calidad de sus trabajos.
En escultura, pocos son los grandes artistas nacionales, destacan Ignacio Asúnsolo y más recientemente Francisco Zúñiga, Baltazar Martínez Sotos.
En los últimos años se han incrementado el interés por el desarrollo de las artesanías, para lo que se han creado instituciones estatales que vigilan que se conserven las formas tradicionales, pero que también impulsan una artesanía, de mayor calidad y nuevos diseños como sucede, en especial, en el estado de Michoacán.