TEXT 2 > á Text1Article 6 Text1Heading Inicialmente, los elementos se clasificaron entre metálicos y no metálicos, pero los químicos eran incapaces de dividir estas categorías en grupos menores. Intentaron clasificarlos de otras maneras, por ejemplo, entre ácidos y bases, o según la valencia u otras propiedades. Sin embargo, la aplicación de estos sistemas resultaba ineficaz, puesto que muchos elementos podían clasificarse en más de una categoría. Finalmente se consiguió una clasificación mucho más detallada y útil que se basaba, en un principio, en el peso atómico de los elementos y, más adelante, en el número atómico. Esta clasificación configura lo que hoy conocemos como el sistema periódico, que se resume en la tabla periódica y muestra gráficamente las relaciones entre los distintos elementos.
Sistema periódico
Además de la división de los elementos conocidos entre metales y no metales, se desarrollaron otras distinciones en base a la reactividad de los elementos. Los elementos que presentaban propiedades intermedias entre los metales y los no metales pasaron a ser designados metaloides.
En 1828 el químico alemán J.W. Döbereiner advirtió que algunos elementos mostraban la misma diferencia de peso atómico (actualmente se usa el término masa atómica relativa) cuando se unían en grupos de tres. Observó, por ejemplo, las mismas diferencias de peso atómico entre el cloro y el bromo, y entre el bromo y el yodo. Basándose en el mismo principio agrupó otros elementos según su comportamiento, los cuales se conocen como las “tríadas de Döbereiner”. Estas clasificaciones fueron tomadas por el químico inglés John Newlands en 1864, que elaboró un esquema más general en el que ordenó los elementos según sus masas atómicas; al observar que los elementos con propiedades similares aparecían en intervalos regulares, subdividió la lista en columnas.
Newlands observó que las propiedades de los siete primeros elementos se repetían en los siete siguientes, de modo que el primero y el octavo, el segundo y el noveno, etc., pertenecían al mismo grupo o familia. A esta peculiaridad la llamó “ley de las octavas”. Los gases nobles, que no fueron descubiertos hasta la década de 1890, encajaban en este esquema al final de cada fila de elementos. Esta teoría no fue tomada en serio en la época, en gran parte debido al hecho de que Newland utilizara el término musical “octava”.
Basándose en las ideas de Newlands, el químico ruso Dmitry Mendeleyev desarrolló, en 1869, la ley periódica. Esta ley se basa en la hipótesis de que las propiedades de los elementos están sistemáticamente relacionadas con sus masas atómicas relativas. Distribuyó los elementos en una tabla, dejando espacios libres donde no había ningún elemento conocido con una masa atómica o unas propiedades físicas o químicas que ocupara tal posición. Los ocho primeros elementos tras el hidrógeno y el helio son litio, berilio, boro, carbono, nitrógeno, oxígeno, flúor y neón, los cuales (con excepción del neón, que aún no se había descubierto), dispuso en la primera línea, o período, de la tabla periódica. Los demás elementos conocidos los ordenó debajo de éstos según sus masas atómicas, formando un modelo de columnas de elementos, o grupos con propiedades similares.
Mendeleyev también ordenó lo que actualmente conocemos como los metales de transición en largos períodos separados de la sección de la tabla ocupada por los no metales.
La decisión de Mendeleyev de dejar espacios libres en la tabla fue ampliamente justificada por el posterior descubrimiento de elementos cuyas propiedades él había anticipado. Por ejemplo, predijo el descubrimiento de un elemento al que él llamaba eka-aluminio, subrayando sus propiedades mediante un estudio de las tendencias y similitudes dentro de los grupos de la tabla. Cuatro años después, se descubrió el galio, el cual presentaba las propiedades que él había predicho.
La tabla periódica constituye la mayor aportación hecha hacia el estudio de la química inorgánica. Contribuyó a determinar las estimaciones de las masas atómicas relativas auténticas, así como al descubrimiento de nuevos elementos. Sin embargo, un estudio del sistema periódico basado en la masa atómica plantea una serie de problemas; por ejemplo, el argón y el potasio, el yodo y el telurio, el cobalto y el níquel, a juzgar por sus propiedades y comportamiento, se situarían incorrectamente si se dispusieran en relación a sus masas atómicas. Durante mucho tiempo, esta anomalía permaneció sin resolver, pero actualmente se sabe que el número atómico de un elemento tiene más importancia que su masa atómica. Por ello, dichas anomalías de la tabla desaparecen cuando los elementos se ordenan según sus números atómicos.
Desarrollo de la tabla periódica