TEXT 2 > Text1Article [ $ Text1Heading Con el fin de observar algo muy pequeño, los científicos suelen utilizar los microscopios. Sin embargo, el examen de la disposición de los átomos individuales plantea un problema: los átomos individuales son más pequeños que la longitud de onda de la luz, por lo que la resolución que proporciona un microscopio es insuficiente para ello. Los rayos X, por otro lado, poseen una longitud de onda comparable con el espacio entre los átomos en un cristal, de modo que pueden ser desviados o difractados por los átomos (o, más concretamente, por sus electrones). El modelo de difracción del cristal proporciona información sobre qué cálculo puede realizarse de las posiciones relativas de los átomos en el cristal.
El desarrollo de la cristalografía
La historia de la cristalografía no se desarrolló hasta el descubrimiento de los rayos X, en 1895, por Wilhelm Röntgen, y la determinación de sus propiedades de onda electromagnética, en 1912, por Max von Laue, que mediante un cristal consiguió la difracción.
William y Lawrence Bragg empezaron inmediatamente a investigar cómo utilizar la difracción para resolver la disposición de los átomos en el cristal, basándose en los descubrimientos de los científicos del siglo XIX como Auguste Bravais. Descubrieron que la difracción era el reflejo de las superficies de átomos dentro del cristal. Gracias a esta averiguación, fueron capaces de medir la distancia entre los átomos y así aclarar la estructura tridimensional del cloruro de sodio (NaCl, sal común) y de otros sólidos inorgánicos.
Para los cristales más complejos que contienen muchos más átomos en cada una de sus celdas fundamentales, el modelo de difracción es mucho más complicado. A principios de los años 50, Dorothy Hodgkin utilizó la difracción de los rayos X para determinar las estructuras de la penicilina cristalizada y la vitamina B12. No mucho después se obtuvo la estructura de la mioglobina, una proteína relacionada con la hemoglobina. Rosalind Franklin consiguió un modelo de difracción para el ADN que, eventualmente, llevó a James Watson y Francis Crick a descubrir la estructura de la molécula.
El desarrollo de la técnica y la introducción del análisis informatizado de la información obtenida por los rayos X han hecho que este método se utilice de forma habitual en el análisis de muchos tipos de compuestos. Mientras hace 40 años habría costado tres años obtener la estructura de un compuesto, actualmente se consigue en unos días, dedicados básicamente a la cristalización del material antes de realizar el análisis.
Métodos actuales
Actualmente existen dos técnicas de uso general: la difracción de rayos X de cristales simples y la difracción del polvo. En la segunda, una muestra cristalina áspera se mole hasta conseguir un polvo fino para ser analizado. Esto permite el uso de cristales menos perfectos, pero aporta resultados destacados, por lo que se utiliza para determinar las estructuras preliminares.
Si se obtiene un cristal casi perfecto, es posible determinar medidas muy precisas sobre las posiciones de los átomos, lo cual permite determinar las longitudes de enlace, los ángulos de enlace y el grado de movimiento de los átomos en el cristal.
Cristalografía