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Títulos de Coleccionista


Artículo realizado por
Fernando Rodríguez.






Indianapolis 500

Después de haber comentado en el número 3 de Macedonia un juego como el Ultima VII y que no es tan antiguo como muchos de los que me gustaría que se trararán aquí, vamos a intentar ir bastante más atrás y empezar a hablar de juegos que sí pertenecen a tiempos mucho más memorables.
En esta ocasión os voy a hablar del Indianapolis 500 un juego que sin pertenecer a mi género preferido (Rol y Aventura) pues me atrajo de un modo increible e hizo que me tirara largas (largísimas) horas delante de mi, por aquellas fechas, flamante 286.

Y es que era algo impresionante.

La primera vez que vi funcionar a este juego fue en uno de esos escasos equipos llamados 386... mi impresión no pudo ser más categórica, jamás había visto y jugado a un simulador tan suave e inteligente, tan adictivo y jugable.


Esta era la pantalla que
debíamos de ver antes
de entrar de lleno en este juegazo.


Para empezar, el juego te permitía elegir entre tres modelos distintos de vehículos un March Cosworth un Lola Buick (mi preferido ;-) ) y, por último, un Penske Chevrolet. Cada uno de estos coches tenía unas características definidas y, dependiendo de la pericia del conductor, se podrían aprovechar en mayor o menor medida en la conducción. Una de las cosas que te dejaba gratamente asombrado era el hecho de poder cambiar los componentes de tu coche para dejarlo acorde a las condiciones en las que ibas a conducir o, si lo preferías, incluso podías construirte tu propio vehículo cosa, esta última, que un servidor nunca llegó a plantearse (bastante tenía con aprender cómo conducir de la mejor de las formas a mi Lola Boick y cambiarle la gasolina y neumáticos 8-) ).

A parte de todas estas posibilidades que tenía el juego en cuestión de mantenimiento y configuración de los coches (y eso que estoy totalmente seguro que me olvido de muchísimas más cosas..), también tenía otra serie de prestaciones que, para aquella época, en la que todos estábamos aprendiendo a "dexintosicarnos" de tanto arcade y plataformas, resultaban de lo más increibles que os pudieráis imaginar. Para empezar, podíamos visualizar la partida en la que estábamos jugando o que habíamos juado, con las cámaras que más nos apeteciera (hasta 6 distintas) para poder así, disfrutar de nuestra conducción como si de una retransmisión de una carrera de verdad se tratara.

Pero no sólo podíamos ver nuestra conducción sino que también teníamos opciones de poder visualizar los accidentes que se producían (cosa esta última que era algo espectacular y que de la que después hablaré), era una gozada el poder estar visualizando toda esta serie de cosas si fueras un auténtio realizador de televisión

Preparados, listos, ¡Ya!

Una vez que habías "aprendido" a utilizar la gran cantidad de opciones (que por aquella época eran muchas opciones), llegaba el momento de ponerse a los mandos de tú vehículo preferido. Antes de nada y si querías correr una carrera de verdad, tenías que clasificarte. Sí, tenías que hacer un total de 4 vueltas alrededor de la pista y, dependiendo del tiempo que hicieras, a la hora de comenzar la carrera de verdad (en la cual competías contra un total de 32 vehículos manejados por el ordenador de un modo m-a-g-i-s-t-r-a-l, eso sí que era inteligencia artificial) te sería asignada una posición u otra de la "parrilla" de salida.

Y ¡zasssss!, una vez que tenías el tiempo y con ello la posición para correr empezaba la carrera. ¡Qué gozada colegas!, era una auténtica maravilla pues El Indianapolis 500 mezclaba en su manejo una sencillez y una técnica asombrosa. Era una maravilla conducir e ir dando vueltas alrededor de la pista miemtras tratabas de "arañar" las primeras posiciones.

Había distintas posibilidades
de visionar nuestra "actuación"

Por si no fuera poco, tus adversarios en pista poseían una IA que es digna de mención sólo hay que recordar cómo el programa era capaz de gestionar a toda una gran candidad de coches en una carrera llena de obstáculos como podían ser... ¡los propios accidentes! ¿os acordáis?. Cuando se producía un accidente en pista y se veían montones de coches involucrados (y cuando tú no estabas en medio de tal desastre ;) ) era una experiencia única ir por el tramo principal el cual era extemadante estrecho a toda velocidad y detrás de dos o tres coches, en esos momentos tenías que bajar la velocidad y saber esquivar a todos aquellos vehículos que se habían visto envueltos en el accidente. Si no lo habéis jugado, no os lo podréis imaginar ya que era algo único.

También recuerdo cómo cuando en las largas rectas se veía a lo lejos un accidente, montones de "trozitos" de los choches siniestrados salían despedidos por los aires. Buff, que bueno era el Indianapolis, en serio ;-).

Lógicamente, el juego poseía una muy notable dificultad y hacía que muy pocas veces se jugase en el modo "simulador" propiamente dicho ya que la experiencia requerida en tal modalidad era muy elevada. De todos modos, os diré que en el caso de que te pusieras "en serio", tenías que dar un total de... 100 vueltas a la pista (creo recordar) y que, para colmo tenías que gestionar tus neumáticos, gasolina, y demás componentes de tu coche ¿que cómo se hacía?. Pues muy sencillo, tenías que parar en boxes y cambiar los neumáticos desgastados de tantas vueltas y frenazos, poner más gasolina, etc. Esto era muy real porque quizás en la vuelta número 26 te veías obligado a tener que pasar por la citada zona de boxes mientras veías como la carrera continuaba y tú, todo impaciente, te encontrabas totamente envuelto en la "actualización" de tu vehículos. Y si a todo esto unimos que, en esta ocasión, los accidentes afectaban directamente a tu coche reventándote "literalmente" las ruedas de tu vehículo, os podréis imaginar de la gran dificultad que entrañaba jugarlo en modo simulador.

Un juego no apto para cardiacos

Cada vez que me acuerdo de la tensión que se llegaba a vivir cuando tenías que estar dando una vuelta con una posición de honor en la carrera (que seguramente te había costado montones de sufrimientos) y tenías que estar con todos tus sentidos en la pantalla para no rozar con otros coches, chocar contra las paredes de la pista o, cómo no, para no verte involucrado en accidentes ajenos a tu coche (también los otros corredores podían protagonizar choques, tranquilo, tú no eras el único patoso ;-) ) creo que muy pocos juegos me han logrado "espabilar" de tal modo.

Aquí me tenéis dispuesto a
batir el mejor de
los tiempos ;)

¿Recordáis la grandísima curva que tenías que superar justo después de abandonar la zona de salida?. ¡Cuantas tortas me di yo contra esa dichosa pared!. Porque, claro, entre que las rectas de la pista eran tan sumamente largas y que ponías tu coche a 300 Km/h pues te confiabas todo, ibas con total seguridad hasta que... empezaba a divisarse la primera curva y esta te pillaba totalmente desprevenido... ya os lo podéis imaginar había que hacer auténticas maniobras de expertos para salir ilesos, cuando salías y no te llevabas a 6 o 7 coches contigo en la torta ;).

En fin, algo irrepetible

Quizás los juegos de coches actuales dejen en "mantillas" a mi querido Indianapolis, desde el punto de vista técnico claro, sin embargo yo, personalmente, aún no he visto nada más adictivo que esta gran reliquia de Electronic Arts.
Si a te consideras todo un veterano de los juegos de simulación, en cualquiera de las ramas de estos, me supongo que sabrás de sobra y, probablemente, mucho mejor que yo de la gran cantidad de virtudes de este clásico. Si eres de los que te estás incorporando al mundo de los juegos de ordenador y, precisamente, te sientes atraidos por los juegos de simulación de coches. Amigo, yo si fuera tú recorría medio mundo para conseguir esta obra.
Aún, cuando no se a que jugar y quiero algo "sencillo" y que me proporcione diversión sin renunciar a la palabra arte, acudo a mi cajón de juegos clásicos y saco los dos disquetes del Indianapolis 500 es entonces cuando me "teletransporto" y me veo con mis 13 añitos y mi 286 diciéndome "y pensar que ya no volveré a divertirme igual..."




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